La presión fiscal es inadecuada e insuficiente; los ingresos públicos de España en porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) no superan el 40%. La recaudación fiscal de España es la cuarta por la cola en el conjunto de dieciocho países de la Zona euro. En Francia, por ejemplo, la recaudación pública se eleva por encima del 50% -hasta el 53%-, es decir, supera en más de quince puntos porcentuales la actual presión fiscal  de España.

– La competitividad en precios de la economía española no está generando riqueza social; al contrario, está acrecentando las desigualdades y forzando una espiral descendente de salarios. Optar por competir en precios con países tan históricamente competitivos como Alemania solo puede terminar desembocando en una situación de reducción sostenida y general del nivel de los precios, es decir, en una situación de deflación.

Los jóvenes no acceden al mercado laboral; porque es prácticamente imposible encontrar un empleo. A los que quieren trabajar les espera una tasa de paro superior al 50%. Y los que encuentran la forma de poder trabajar, se enfrentan a elevadísimos niveles de precariedad laboral, con retribuciones próximas al Salario Mínimo Interprofesional (SMI). La alternativa consiste en emigrar o en prolongar la formación a la espera de la oportunidad soñada. Es decir, en huir del presente, con la esperanza de que el futuro sea sustancialmente mejor. Pero, ¿lo será?

La reducción del paro es insuficiente; y los documentos macroeconómicos de previsión futura elaborados por el poder ejecutivo del Partido Popular (PP) confirman que la exasperante lentitud de la recuperación no constituye más que una estrategia: garantizar en el medio plazo las actuales políticas empresariales: es decir, contratar mano de obra barata para competir en mercados de productos y servicios de bajo contenido tecnológico y nivel de precios. En resumen, y por si no alguien no conoce la teoría de la Nairu (tasa natural de paro no aceleradora de la inflación); una cantidad ingente de parados en el mercado laboral fundamenta y sostiene la capacidad coercitiva de los empresarios para imponer sus condiciones en la negociación salarial.

Aumento crónico de la deuda; es un problema que sigue sin resolverse, insertado en una espiral paralela y condicionada a la evolución de la inflación, mejor dicho, de la deflación (repetimos: de-fla-ción), de los bajos niveles retributivos de los trabajadores, y, en consecuencia, de la recaudación fiscal. Por lo tanto, el problema de la deuda no constituye la raíz de la crisis, sino un efecto derivado de la misma. Luego, ¿hemos superado esta crisis? Obviamente, no. Y si esperamos que por esta vía se pueda llegar algún día a solucionar, nuestros ojos no lo verán jamás.