Van a intentar engañarte. Ensuciando por el mismo precio el significado y la bandera de la Revolución -Fiscal-. Envenenando la conciencia colectiva con la neandertal y típica promesa de la reducción de impuestos. Escondiendo que su única pretensión es continuar privilegiando a sus empresas, a sus fortunas, a sus pijos herederos. Ocultando que su única lucha seguirá siendo la Revolución, sí, pero POR y PARA los ricos. Pretendiendo que, a sus gritos de “¡Esto es una revolución fiscal!”, el pueblo deambule ignorante de su siniestra naturaleza. Seduciéndote, por poner un ejemplo, con el argumento de que te bajarán la carga fiscal un 9% si cobras 16.000 euros al año. Y omitiendo que la rebaja de impuestos reservada para ellos ascenderá al 15%. Manipulándote con una sonrisa y una túnica espectaculares sobre la “revolución de la vida y del amor”. O la femineidad de la Iglesia. Inventándose lo bonita e ilimitada en derechos que es la democracia en que vivimos, por más que no sea posible morir con dignidad. Y, al final del todo, observarás en sus palabras el mismo tono de tranquilidad y moderación con el que se telefonean un lunes cualquiera desde Madrid a New York. “¿Y bien, les habéis dicho ya lo que es una Revolución -Fiscal-?”.