Tres nuevos argumentos –mostrados hoy en forma de tres nuevos gráficos– vuelven a poner en entredicho el discurso gubernamental de la recuperación española.
Deflación, tasas de paro de en torno al 25% de media y un nivel de deuda pública que acaba de superar el billón de euros, han refutado por enésima vez -en las últimas semanas y meses- el engañoso y seductor mensaje de la recuperación.
La deflación que arrastra la economía española, en primer lugar, está poniendo sobre la mesa el atípico fenómeno de la contracción de los precios al consumo. Si un crecimiento de en torno al 2% es considerado por el Banco Central Europeo (BCE) como el apropiado para que el crecimiento de una economía sea equilibrado, en España el Índice de Precios al Consumo (IPC) de julio se contrajo un 0,3%.
Habrá quien intente extraer conclusiones positivas de este fenómeno o aislarlas de la evolución económica general, pero la actual tendencia que dibuja en el tiempo el IPC no deja lugar a dudas en el gráfico inicial.
El segundo de los factores al que aludíamos en el título del post es el desempleo. La condescendiente evolución del paro registrado en los últimos meses había sido utilizada recurrentemente como argumento principal para respaldar todas aquellas reformas de efectos que hasta el momento había sido imposible apreciar.
Pero tras la positiva reducción del paro registrado en abril, mayo y junio de este año, el último dato de julio mostró una ralentización difícil de encajar con el anterior ritmo de contracción. Con 4,4 millones de desempleados registrados en la actualidad, un descenso de 29.841 parados en julio de 2014 ha supuesto un frenazo en seco de la mejoría que cabría esperar en un mercado de trabajo tan deteriorado.
Aún queda por atravesar, además, el segundo semestre del año, el cual es, en lo que respecta al mercado laboral español, muchísimo más difícil de afrontar, en términos de desempleados, que el primero.
Por último, la deuda pública de España. A junio de 2014 y según cifras del Banco de España, el estado español registró una deuda superior al billón de euros, la cifra más alta de su historia.
Observando la evolución reciente del endeudamiento de las Administraciones Públicas españolas, resulta obvio que en este caso ni tan siquiera es posible insinuar una tímida recuperación.
No hay cambio de tendencia, sino profundización, agravamiento severo. Se trata de una situación que no admite medias tintas; es crítica, alarmante y no es en absoluto sintomática de un periodo de recuperación.