Devaluación interna, definición: política económica y social cuyo objetivo es restaurar la competitividad internacional de un país mediante la reducción de los costes laborales de su mano de obra.
¿Cómo se genera un proceso de devaluación interna?
Para algunos autores del mundo académico, simple y llanamente sosteniendo institucionalmente altas tasas de desempleo.
Pero estos enfoques entran en clara confrontación con el discurso político que defiende la ejecución de reformas laborales con el fin de crear empleo.
La devaluación interna de un país no sólo depende de la reducción de los costes laborales, también depende de los niveles de inflación existentes.
Si al mismo tiempo que se reducen los costes de la mano de obra, el nivel de los precios se reduce en la misma proporción, el efecto de la mejora de la competitividad internacional se diluye.
Es decir, la devaluación interna no es un fenómeno económico tan simple como para reducirlo a una sola variable o a un solo enfoque.
Se suele poner a Letonia como ejemplo de devaluación interna, ya que efectivamente en dicho país se redujeron notablemente sus costes laborales. Experimentó un proceso de fácil justificación, pues sus costes laborales se encontraban desbocados a unas tasas de variación superiores al 30%, muy por encima de la inflación. No obstante, la evolución posterior de su inflación amortiguó la intensidad del efecto.
Veamos el caso de Grecia. Su caso es el de una devaluación interna en toda regla. Sus costes laborales no sólo se han ido reduciendo, sino que están experimentando tasas de variación negativas. Al mismo tiempo, la variación de sus precios se mantiene por encima de la variación de sus costes laborales, aumentando la intensidad del efecto.
En Portugal, desde 2007 hasta mediados de 2010, los costes de su mano de obra han aumentado -aunque cada vez en menores proporciones- por encima del nivel de los precios, situación que se ha ido corrigiendo posteriormente.
En Francia, sus costes laborales han experimentado una tendencia creciente y por encima de la inflación, escenario que parece haberse invertido ligeramente.
Alemania: evolución creciente y prácticamente solapada de inflación y costes de mano de obra. Su contexto no tiene nada que ver en la actualidad con el de una devaluación interna.
Y por último, el caso de España.
Es evidente que ha experimentado una reducción clara de sus costes laborales durante los años 2009 y 2010. Pero esta reducción no ha sido en términos de tasas negativas, al contrario, han continuado siendo positivas, al igual que el diferencial con respecto a la inflación.
El hecho de que en un periodo posterior su inflación se haya sobrepuesto a unos costes nuevamente crecientes, hace pensar que el verdadero proceso de devaluación interna de España tal vez esté por llegar.
El último repunte de la inflación y el más que probable estancamiento o reducción de sus costes laborales, en atención a sus elevadas tasas de desempleo, así lo confirman.