Artículo escrito por Julia Julve

Atención, nueva palabreja en el diccionario de la Economía. Y viene engalanada entre un fondo azul oscuro y una corona de estrellas. Me explico, la economía circular es la nueva corriente que pretende que las empresas, los ciudadanos y administraciones cambien el modelo de ‘tomar, producir y tirar’ por el de ‘tomar, producir y reutilizar’.  Esta tendencia, abanderada por la Unión Europea, nace como respuesta a ser más sostenibles, a crecer de manera controlada y a minimizar el impacto negativo que estamos provocando en nuestro  planeta.

El visible empeoramiento del medio ambiente y el excesivo consumo de recursos, ha obligado a la UE a tomar cartas en el asunto y tratar de poner un pequeño parche que, no por ser pequeño, ha de obviarse o ser criticado. La economía circular pretende que los materiales valiosos que se usan para producir alimentos, construir viviendas o infraestructuras, una vez gastados no se tiren; se reutilicen. Y aquí viene la segunda lectura del informe, que deja entrever, que el problema no es sólo medioambiental… también es económico y repercute en nuestra competitividad. Porque los metales, los combustibles fósiles, el agua limpia, los minerales o la tierra fértil son cada vez más caros. Un diseño ecológico o la reutilización de los residuos, puede proporcionar un ahorro neto a las empresas de hasta 604.000 millones de euros en toda la UE (el 8 % de su producto anual).

Según un informe de asesoría económica de la comisión europea, “en la UE, cada año se utilizan cerca de 15 toneladas de materiales por persona; al mismo tiempo, cada ciudadano de la UE genera, de media, más de 4,5 toneladas de residuos al año, de los cuales casi la mitad termina en vertederos”. Esto deja patente que nuestra actual economía lineal ya no es una opción.

Pero, ¿cómo pasar –entonces- a la economía circular? Para empezar, volviendo a la reutilización, el reciclaje de todo tipo de materiales y productos, la reparación y el reacondicionamiento. Y aquí va el titular: nuestra basura será un importante recurso, será el próximo maná.

Para dar el cambio también hará falta la participación y compromiso de las personas y colectivos, que nuestros políticos lo fomenten y que las empresas comiencen a rediseñar sus cadenas de suministro, con el fin de hacer un uso circular y más eficiente de los recursos. “Esta transición sistémica puede acelerarse mediante TIC innovadoras”, sugieren desde la UE.

Dicho esto, a nadie se le pasa por alto que la UE ha preparado unos sugerentes fondos que potenciarán la economía circular.  Cualquier negocio que se base en el alquiler, compartir, reparar, modernizar o reciclar componentes tendrá futuro. Porque las primeras en requerir estos servicios y productos serán las administraciones públicas que sólo subcontratarán empresas ecológicas.

Y para ir abonando el territorio, Europa ya ha lanzado la iniciativa ‘Una Europa eficiente en el uso de los recursos’ y su plataforma correspondiente ‘EREP’, la cual forma parte de la Estrategia Europa 2020 los (objetivos a lograr para ese año). Asimismo, la Comisión ya trabaja en la creación de un marco legal que facilite la economía circular con incentivos.

El objetivo que se han marcado es una mejora del uso de los recursos superior al 30% de aquí a 2030; esto podría elevar el PIB casi en un 1 %, y se podrían crear más de dos millones de empleos.