Algunos de los conceptos estudiados en economía son laberintos terminológicos que no conducen a nada. O cuyo estudio no solo es intrascendente, también contraproducente.
Uno de los ejemplos por excelencia es el relacionado con la dualidad economía positiva y normativa, cuya delimitación no es en absoluto clara.
Así pues, se dice que “la economía positiva es el campo teórico de lo que es”, a diferencia de la economía normativa, que se centra en “lo que debería ser”.
O en otras palabras; que la economía positiva es objetiva, mientras que la economía normativa es subjetiva y se sustenta en juicios de valor.
Como normalmente nadie acaba sabiendo qué rayos quiere decir esto, la explicación suele ampliarse con ejemplos que tratan de aclarar la diferencia entre economía normativa y positiva con la mayor de las exactitudes posibles.
Y se presentan así una serie de afirmaciones para que sean clasificadas en ejemplos de una y otra clase. Más o menos así:
– El cierre de la factoría supondrá la destrucción de cientos de empleos. POSITIVA
– La actividad de la factoría debería cesar para reducir los niveles de contaminación. NORMATIVA
Aunque el ejemplo expuesto es una simplificación, suele suceder que toda afirmación o razonamiento que en su estructura gramatical incluye un tiempo verbal condicional termina etiquetada como “economía normativa”, mientras que todas aquellas afirmaciones que por el mero hecho de ser formuladas sin condicionales parecen quedar asociadas con proposiciones inequívocas, matemáticas o científicas, se adscriben al campo de la “economía positiva”.
Existe en esta forma de proceder un riesgo para la integridad de esa objetividad que con tanto ahínco se busca en el campo de la economía teórica o académica, pues de esta manera se concede un valor “positivo” a proposiciones que ocasionalmente son ciertamente arbitrarias y un valor normativo a las que, se dice, incluyen juicios de valor, deseos o aspiraciones. Pero, ¿no debería ser justo al revés?
Adicionalmente, la economía positiva también se define en el mundo académico como descriptiva.
Ya lo sabéis: cuando una afirmación se adscribe al terreno de la descripción, se adscribe a una realidad incuestionable; la implementación de rentas básicas eleva el déficit, las reformas fiscales que aumentan la progresividad provocan huida de empresas al extranjero, el cierre de la factoría supondrá la destrucción de cientos de empleos…
Pero es que además se necesitan valoraciones de las denominadas ‘normativas’ para llegar a nuevos dogmas ‘POSITIVOS’.