¿Ven las dos áreas representadas en el gráfico inicial? Pues están manipuladas. Bueno, sólo una de ellas. La escala de la izquierda no parte de cero; parte de diez millones de personas, de modo que el área reflejada en color azul no representa la proporción exacta de ocupados. Pero esto no nos debe preocupar, porque lo que nos interesa hoy analizar es la evolución de la población activa.

La población activa, ya lo sabrán ustedes, hace alusión al total de personas en actitud y disposición de trabajar. Y en tal caso solo caben dos opciones, o trabajar y entonces quedar clasificado como ocupado, o bien no trabajar y resultar así etiquetado como parado.

Vean por lo tanto que la acumulación de las dos áreas mostradas en el gráfico inicial termina por dibujar en el extremo superior del mismo el total de la población activa. Y, también, que el repunte del número de ocupados observado a finales de 2014 es ligeramente inferior al de la propia población activa. Si no lo ven, probaremos de otra manera. El total de las personas en disposición de trabajar aumentó en el último trimestre de 2014 en una cuantía superior a la de los nuevos ocupados (95.200 versus 65.100). Muy bien, ¿y? Pues que el número de parados se elevó en 30.100 personas. Sí, éste es uno de los fenómenos más curiosamente  vinculado a este tipo de efectos metodológicos y paranormales.

Y así resulta muy lícito preguntarse, ¿puede la evolución de la población activa ejercer una influencia relevante y fundamental en variables como el número de parados? Respuesta: sí. ¿Puede ocurrir que el crecimiento de la economía no sea todo lo potente que debería como para crear los empleos que el incremento de los activos requeriría? De nuevo; sí. Y, por último, ¿se situaría hoy la tasa de paro en España cerca del 40% si los jóvenes activos menores de 35 años no se hubieran “congelado” del mercado laboral, marchándose por ejemplo al extranjero en los últimos años? Respuesta; no les quepa duda.