Harari, en su libro “Sapiens”, describe con gran lucidez el proceso de la revolución agrícola hace 12.000 años. Uno de sus argumentos es que, a pesar del desarrollo que supuso para el ser humano, también conllevó ciertas “obligaciones” que quizás hicieran que el Homo Sapiens no viviera necesariamente mejor. Entre estas obligaciones describe la que hacía que se trabajase más horas que cuando se era meramente un recolector-cazador.
Sin embargo, resulta también interesante el proceso que describe de los excedentes alimenticios. Según él, se crean dichos excedentes que permiten al ser humano utilizarlos para ser almacenados y para realizar actividades para la comunidad. Se crean, pues, sociedades más complejas. Y se crean también las élites políticas, para precisamente gestionar los excedentes.
Son élites que no participan en la producción de alimentos sino que sólo se dedican a la gestión de los excedentes. Las élites políticas serían necesarias, pero surgiría la duda de si éstas gestionarían los bienes en común para su propio beneficio o para el bien general.
En la misma línea de pensamiento se muestra la teoría de la élite, que defiende que una minoría tiene el poder en la sociedad contemporánea, poder que es independiente de las elecciones democráticas. En este sentido, Gaetano Mosca afirmó que aunque cambie el sistema político, la élite dominante seguirá existiendo.
Asumiendo la hipótesis de la existencia de esta élite dominante, es mucho más fácil explicar eventos de nuestra sociedad actual y de acontecimientos de la historia. Por ejemplo, resulta evidente que una minoría dominante es necesaria para la gestión de la sociedad, si no existiera estaríamos abocados al caos.
La lucha de partidos, en la que actualmente nos hayamos inmersos, significaría entonces una lucha entre distintas élites por hacerse por el poder. Se generaría entonces una sustitución de unas élites por otras.
Pero, volviendo a la pregunta original, ¿quién controla que la élite dominante vigile el bien general y no el interés propio?, o dicho de otra manera, ¿quién vigila que las distintas élites no persigan su propio interés y no el bien común?
Considerando que la existencia de élites es necesaria, la única manera de controlarlas es la creación de un sistema democrático donde unas élites se vigilen unas a otras y el pueblo pueda controlarlas a su vez. Este sistema está inventado y se denominaría democracia formal. Consta fundamentalmente de dos pilares, la separación de poderes y la representatividad parlamentaria.
La primera, claro, ya la describió Montesquieu. Debería haber un poder legislativo que controlase al ejecutivo que a su ver fuera controlado por el judicial. La mejor manera de conseguirlo sería con elecciones legislativas separadas de las presidenciales, de tal manera que tanto un poder como el otro ejercieran una función de control sobre el otro.
La segunda, la representatividad, conseguiría que el poder legislativo, a través de la circunscripción única, fuera controlado por los ciudadanos. Cada circunscripción seguiría las actividades de su diputado y así conocería si cumple con las promesas que hizo durante el período electoral.
En España vivimos una época de bonanza económica antes del año 2008, cuando, debido al boom inmobiliario, entró mucho dinero en nuestro país, que luego se ha convertido en deuda que debemos pagar. En esa época, cuando se construían más casas en España que en Francia, Alemania y Reino Unido juntos, hubo una corrupción generalizada de la clase política, que probablemente tomó decisiones que no iban dirigidas al bien común sino a favorecer los intereses de minorías determinadas, entre ellos los suyos propios. Este abuso de poder, que aún se paga hoy en día, surgió, probablemente, por la falta de controles, que, por desgracia, siguen sin existir.
Solo con la implementación de dichos controles se conseguiría no volver a repetir los mismos errores que en el pasado. Sin embargo, no se conoce el caso de élites que quieran “autocontrolarse” por lo que sólo un nuevo proyecto que presentase propuestas de este tipo lograría tener éxito al respecto.
Me parece genial este artículo, y un cambio para controlar a estas élites me parece absolutamente necesario
«Asumiendo la hipótesis de la existencia de esta élite dominante –que hace usar, desusar o contemporizar a su antojo los parámetros del sistema político que ellos mismos diseñan–, es mucho más fácil explicar eventos de nuestra sociedad actual». ¿Como, por ejemplo, el descomunal atasco político, retroceso, en realidad, que vive España? Gran artículo para devolver a las conciencias las razones por las que en situaciones aparentemente favorables para la superación del dominio ejercido por las élites, tal posibilidad no llega nunca a concretarse.
En principio el politico dentro del sistema se creo con el proyecto de parasitar al capitalismo, por eso los otros considerados como disidencia se combaten y hasta se matan.