Siguiendo los principios fundamentales de la lógica, si la corrupción del PP es, en palabras de Mariano Rajoy, falsa, salvo alguna cosa que es verdad, por la misma razón también es verdadera, salvo alguna cosa que es mentira.
Así que no sólo se trata de un callejón sin ningún tipo de salida lógica, también es un auténtico y complejísimo laberinto ético, donde los que se encuentran bajo sospecha se resisten a ofrecer la versión global, como si rozando de pasada en algún milímetro a la verdad, consiguieran que el conjunto de sus mentiras se acabara por evaporar.
No solo a los que en algún momento les asalta la razón o la iluminación moral se les debería girar la mayor factura que sea legítima endosar, sino también a los que se saltan los principios éticos con frialdad brutal y sonrisa de criminal.
Todo es marciano. Algunos declaran que la justicia debe actuar contra todos aquellos que filtran documentos reveladores de corrupción (documentos-reveladores-de-corrupción), poniendo el foco en que la gravedad de los hechos sólo corresponde a la filtración.
Llegan tarde. La turbiedad que desprenden algunas extrañas escalas de moral ya ha envilecido a la sociedad.
Recientemente, hemos sabido que el robot Curiosity ha encontrado un extraño objeto metálico en la superficie de una roca marciana.
No hay duda: Es la contabilidad B, con B de Bárcenas.