El psicólogo John Stacey Adams desarrolló en 1963 una brillante teoría de la equidad, cuyas implicaciones en el campo de la motivación humana, la productividad laboral e incluso la evolución de la economía mundial se encuentran hoy de plena actualidad.
Los dos principales postulados de la teoría de Adams giraban en torno a las consecuencias de la desigualdad y los sentimientos tanto de tensión como de motivación que la propia inequidad lograba generar en los trabajadores.
Las tesis de Adams ponían de relieve que solamente ante percepciones concretas de desigualdad, el individuo resultaba capaz de experimentar la fuerza que le compelía a restablecer su -propia- justicia y paz emocional.
Pero aún podrían darse en esta teoría unos pocos pasos más (de los que este blog de economía tiene por costumbre soler dar) y afirmar que, en consecuencia, al ser humano no le interesa en absoluto la equidad, pues solo ante la sensación de su propia inferioridad, es decir, solo ante la percepción subjetiva de una situación de desigualdad -frente a quienes se considera igual- se activan los resortes que le impulsan conveniente e inevitablemente a actuar.
De modo que si en lugar de adoptar un enfoque microeconómico, nos orientáramos mejor hacia un análisis económico de la realidad, podríamos sorprendentemente llegar a considerar que es tan solo un simple mecanismo de asignación de cuotas concretas de inequidad el que regula -“armoniosamente”- la evolución y el desarrollo de la mayoría de los países de la economía mundial actual.
Y llegados a este punto también deberíamos contemplar la posibilidad de que, algún día, tras el descubrimiento definitivo de los secretos de la humanidad, aún sea posible observar, bajo los escombros virtuales de infinitas toneladas de blogs, dos simples y sencillos versos arqueológicos: “¡Qué monótona es la rana humana!”, “¡Qué monótono es el hombre mono!”
Muy interesante el artículo y completamente de acuerdo con las dos últimas frases. Jeje
Un saludo 🙂