Es triste observar que la prioridad sea la salud mental. No reformar la estructura que produce la enfermedad. No intervenir en el origen que provoca la perturbación. Pero sí corregir la “externalidad” de un sistema del que, ¿se hace alguna objeción?
Priorizar la salud mental es situar el error, el fallo o la anomalía en la persona, a quien hay que “arreglar” o “reparar” como si fuese una pieza de una arquitectura indiscutible.
Nos encontramos así ante una secuencia ya conocida, a saber, políticas de redistribución sí, pero políticas de distribución no, caridad sí, pero pudicia no…
¿Será porque «este absurdo» es rentable para alguien?
Proponer la salud mental como un eje de política prioritario es todo menos progresista, es puro y simple apuntalamiento del sistema. La constatación de la renuncia a una renovación moderna, justa y equitativa por parte de quien lo propone.
A pesar de las apariencias.
Esto no lo cambia ni Dios. Cada vez mas esclavos, que es preciso ir eliminando, ya que el sistema solo necesita los necesarios, y los que sobrevivimos sin ideas ni pasión por un sistema más justo. Los pocos que lo controlan todo,tranquilos y a aniquilarlnos con total impunidad.