Aunque ha pasado desapercibido, el sábado 12 de enero se cumplió el tercer aniversario del terremoto de Haití que provocó la muerte de más de 220.000 personas y daños materiales estimados por valor de 7.800 millones de dólares, una cifra mucho mayor que la del propio PIB de Haití.

Igualmente fuera de lo común fue la respuesta en forma de ayuda por parte de gobiernos y entidades privadas. En total se calcula que más de 9.000 millones de dólares fueron asignados a Haití desde 2010, de los cuales unos 3.000 correspondieron a donaciones de particulares, con iniciativas tan novedosas como la de microdonaciones por SMS a la Cruz Roja.

Vijaya Ramachandran y Julie Walz, desde el «think tank» Center for Global Development, han intentado trazar el destino del dinero, aunque a día de hoy no saben cuánto dinero fue gastado, a cuántos haitianos llegó la ayuda y si los objetivos fueron cumplidos.

Distribución Fondos Ayuda Haití

Gracias a su trabajo de pulir los datos de la Oficina de la ONU para Haití, sabemos que el 59% del dinero procedente de la cooperación internacional y destinado a la ayuda humanitaria en Haití fue gestionado por agencias de la ONU, ONGs internacionales y contratas privadas, mientras que otro 35% fue para entidades civiles o militares relacionadas directamente con los donantes. El resto, consistió en un 5% en especie y poco más de un 1% fue para el Gobierno de Haití y ONGs o empresas indígenas. Y es aquí donde ya se pierde la pista.

Es decir, que se puede saber quiénes fueron los destinatarios de los contratos, pero es imposible identificarlos en forma de proyectos finalistas. Por ejemplo, sabemos que las ONGs y contratistas internacionales recibieron 1.310 millones de dólares para la reconstrucción, o, sea más de un tercio del dinero de todas las contratas destinadas a la recuperación, pero es imposible saber en qué se gastaron dichos contratos de inversión.

Receptores Contratas Recuperación Haití

El propio Ministro de Finanzas de Haití, Pierre Erold Etienne, se queja del doble rasero, ya que mientras a su Gobierno le arrecian las críticas por su falta de transparencia y capacidad en algunas áreas, el mismo gobierno de Haití no recibe la información relevante sobre la ejecución de las inversiones prometidas por los donantes.

Las recomendaciones para el futuro pasan por priorizar las inversiones que el propio Gobierno de Haití considere, evitando que las ONGs internacionales sigan estableciendo sus propias agendas al margen del Gobierno y la sociedad civil haitiana.

Por otra parte, las ONGs y agencias de cooperación deberían auditar y compartir sus datos a través de iniciativas de transparencia internacional, para que se sepa el destino de los fondos y no se pueda tener la mínima sospecha de que fueron desperdiciados o robados.

Carlos C.P.