Los depósitos de la economía de Europa han evolucionado de manera muy distinta en los países de la Zona euro a lo largo de los últimos años, tal y como pusimos de manifiesto en el blog con carácter reciente, por medio del análisis de los casos de Grecia, España, Holanda, Alemania o Luxemburgo.
Nos parece apropiado por lo tanto presentar una segunda ronda con más ejemplos de evolución de los depósitos en el continente europeo, y dejar a cada uno las conclusiones sobre la verosimilitud de esta variable como indicador preciso y fiable de coyuntura macroeconómica.
Chipre es el primero de los ejemplos que vamos a mostrar en esta ocasión. La pequeña economía europea atravesó en relación a este indicador dos fases de esplendor. Una entre el segundo semestre de 2007 y el primero de 2008 (¿qué ocurría entonces en el sector financiero a escala internacional?) y otra a lo largo del año 2010. En ambos periodos las tasas interanuales de crecimiento de los depósitos chipriotas superaron claramente los límites del 10%. Pero lo que es verdaderamente contundente es la crudeza observada en su correspondiente fase crítica, iniciada en los prolegómenos del rescate económico del que su economía fue objeto en el año 2013. Recuerden que lo debatido en aquel momento eran los porcentajes de quitas a aplicar en los depósitos, que no en la deuda.
En el caso de Italia apreciamos una evolución irregular, caracterizada casi al 100% por el crecimiento de los depósitos en todo caso. El periodo más crítico lo experimentó a lo largo del año 2011, cuando el nivel del ahorro italiano permaneció prácticamente plano durante todo el año. Los depósitos italianos parecen haber iniciado recientemente una nueva fase de expansión, con tasas que comienzan a superar el ritmo de crecimiento del 3% interanual.
En Portugal observamos una trayectoria cíclica, de fuertes vaivenes. Ha experimentado ascensos y descensos notablemente pronunciados y más recientemente se ha instalado en una fase plana de indefinición que dura ya más de dos años.
Los depósitos de los hogares en Francia han evolucionado de una manera cíclicamente moderada. Se aprecian fases de expansión y contracción pero siempre dentro de unos límites de crecimiento de entre el 6% y el 2% aproximadamente. Desde luego que no es una evolución tan estable como la que podemos observar en Alemania, pero de todas las trayectorias apreciadas en los países europeos hasta el momento, sin duda es una de las más equilibradas.
En relación a Irlanda, el último de los ejemplos analizados en esta ocasión, hay bastantes cuestiones que merecen la pena ser destacadas. En un primer momento, resulta obligado mencionar que los depósitos de sus familias llegaron a aumentar a tasas interanuales cercanas al 20%. Todo un boom. El posterior deterioro de este ritmo de crecimiento tan portentoso se inició a partir del segundo semestre de 2007, justo “a tiempo”, y siguió prolongándose incluso para registrar contracciones de hasta el 5% a lo largo del año 2011. Finalmente, y aunque algunos medios de comunicación argumentaron que la recuperación de la economía irlandesa tras su proceso de rescate fue un rotundo éxito, la realidad nos dice que la evolución del crédito en Irlanda es fuertemente contractiva, por un lado, y que la trayectoria de sus depósitos se mantiene en un nivel absolutamente plano e indefinido desde el año 2012, por el otro.
Yo creo que hay un bloque de capitales golondrinas que al amparo de las normas econónimas que se dictan en cada país van provocando los desequilibrios que desgraciadamente cuando son negativos los gobiernos «se apresuran a nacionalizar» creando de esta manera deudas imposibles de saldar.-Pobres ciudadanos futuros de las paises europeos¡