Podemos expresarlo en cómputo anual –gráfico– o en cómputo semanal. La conclusión es la misma. Desde que comenzó la crisis, los trabajadores en activo de la economía española realizan de media 3 millones de horas extraordinarias a la semana. El Instituto Nacional de Estadística (INE) se refiere a ellas como “horas extra no pagadas”. Y cuando alguien no paga, alguien no cobra.
Si tres millones de horas extraordinarias no pagadas a la semana se multiplican por cuatro para obtener los datos mensuales -doce millones de horas extras-, dicho resultado puede multiplicarse de nuevo por el número de meses transcurridos entre los penúltimos trimestres de 2007 y 2014 -un total de 87- para obtener finalmente una cifra redonda de 1.000 millones de horas extraordinarias no cobradas.
Pongámosle un valor económico a cada hora extraordinaria del que se beneficia, obviamente, el empresario, pues es quien no las paga. Cuánto. ¿Diez euros por hora? Entonces el valor económico de la suma de horas extraordinarias no pagadas asciende a 10.000 millones de euros.
Terminemos por analizar el efecto en la recaudación por cotizaciones sociales (por dejar para otra ocasión las repercusiones que este tipo de economía sumergida genera en la creación de empleo, etc.) Aplicando un tipo de cotización del 28,3% (23,6% el empresario, 4,7% el trabajador) a una base de diez mil millones de euros, el resultado obtenido suma cerca de 3.000 millones de euros, es decir, 100.000 pensiones de 30.000 euros anuales.