La economía española fue una de las cuatro economías a nivel mundial más castigadas por la recesión que siguió al boom inmobiliario, junto con Reino Unido, Irlanda y Estados Unidos. Esto se debió a que el modelo productivo de España, basado en un anormal desarrollo de la actividad del sector de la construcción, carecía de alternativas y estímulos políticos para encontrar una estructura equilibrada. Era la época donde el gobierno se jactaba de ser España el país donde se construían más casas que en Alemania, Italia y Francia juntas.

Durante la Gran Recesión surgió la idea de que España debía buscar un modelo productivo diferente no basado en el ladrillo. A pesar de que todo el mundo estaba de acuerdo, esta idea se quedó en una propuesta sin consecuencias y figuró como una de las promesas electorales sin políticas concretas.El verdadero nuevo modelo productivo al que se dio paso fue el de la devaluación salarial y de precios, como advirtió que ocurriría Paul Krugman en 2011. ¿Existe alguna alternativa?

El cambio de modelo productivo no se realiza en el corto plazo. Necesita una estrategia a medio y largo plazo. Según Michael Porter, los gobiernos deberían actuar como catalizadores y provocadores, pero no deberían involucrarse directamente en el desarrollo de un modelo productivo.

En su obra “la ventaja competitiva de las naciones”, Porter afirma también que un país no puede ser competitivo en todos los sectores y que lo será más en aquellos en los que el entorno nacional es más progresivo, dinámico y estimulante.

Se deben crear pues condiciones a nivel nacional que hagan a las empresas más competitivas para que luego puedan competir a nivel internacional con éxito. Un ejemplo de este éxito a nivel nacional que luego puede ser exportado internacionalmente lo podemos ver en la empresa Inditex. Su sistema de ofrecer moda a precios asequibles le hizo pasar de tener éxito en el mercado español a exportar su sistema internacionalmente y convertirse en una de las mayores compañías de distribución de moda en el mundo.

En España uno de los problemas que existen es la sobrerregulación a nivel autonómico que impide que las empresas encuentren un entorno competitivo a nivel nacional. Les es difícil a las empresas, por ejemplo, conseguir un tamaño suficiente para poder triunfar a nivel internacional.

Otra aportación interesante en este campo es la de Ricardo Hausmann y su índice de complejidad económica. Según Hausmann, los países poco desarrollados saben hacer pocas cosas y, en particular, cosas que muchos otros países saben hacer. Los países desarrollados, en cambio, saben hacer muchas cosas y entre ellas cosas complejas que pocos saben hacer.

Es importante, en este sentido, el espacio de productos, donde se revela la interconexión de productos. Los países no pasan de sembrar maíz a fabricar aviones de un solo golpe. Se mueven gradualmente de las cosas que saben hacer hoy, a cosas que pueden hacerse con aumentos graduales de “saber-hacer”.

Un ejemplo interesante es la historia de la multinacional danesa LM WindPower (antigua LM Glassfiber). Fundada en 1940, comenzó como fábrica de muebles. En 1952 investigaron la posibilidad de explotar comercialmente la tecnología de fibra de vidrio (glassfiber). En 1978 comenzaron a fabricar palas para la industria de aerogeneradores. Desde entonces han fabricado más de 175.000 palas.

Sería conveniente, pues, realizar un mapa de complejidad en España para identificar aquellos sectores con un mayor potencial de desarrollo con el más alto posible componente de complejidad.

Los sectores económicos de nuevo desarrollo, claro, ofrecen oportunidades de crecimiento mayores. Las start-ups tecnológicas son una prueba de ello, y es sin duda un área donde se debe hacer hincapié. Sin embargo, las nuevas tecnologías no son ya tan nuevas, y se han desarrollado grandes empresas frente a los que es difícil competir, como Google, Amazon, etc.

En cualquier caso, desarrollar un nuevo modelo productivo para España es una tarea ardua y compleja. Pero sí se pueden esbozar algunas ideas de hacia dónde deberían ir las políticas y los esfuerzos de los sectores públicos y privados para conseguir una mayor productividad de la economía española.