Continúo hoy el análisis de la película Nightcrawler siguiendo el hilo de películas sobre economía y emprendimiento ante el interés suscitado por el artículo anterior y las sugerencias aportadas en los comentarios y en la dirección de correo electrónico elcaptor.estudios@gmail.com.

Por supuesto, la sección se abre a la publicación de aquellos análisis de interés que sean remitidos a la citada dirección de El Captor. En este sentido recuerdo que algunas otras películas tratadas con anterioridad en este blog de economía fueron el «El Sirviente» o «La Gran Apuesta».

Pero vamos ya con las cinco últimas claves sobre la película Nightcrawler que he prometido rescatar.

1- Búsqueda indiscriminada de oportunidades

El fin es emprender por emprender. La cualidad psicológica del personaje es lo importante. El sector en el que desarrollar esta cualidad no. O digamos que es indiferente. Un día podría ser el apasionante mundo de los alimentos en conserva y otro el de los neumáticos reutilizados. El perfil del emprendedor presentado en esta película es de este tipo, mucho más dinámico y versátil que el de un perfil de carácter técnico que solo podría desarrollar su actividad en un único campo de especialización.

2- La dualidad moral del jefe y el esclavo

El desarrollo argumental lo deja bastante claro. En ciertos momentos de la película observamos que ante una misma situación existen dos tipos distintos de personajes con distintos tipos de actitudes; por un lado, aquellos que ante un escenario complejo reaccionan de forma inmediata sin encontrar límites a su conducta para encontrar la solución. Y, por el otro, aquellos que anteponen la consideración de límites y factores morales a cualquier otra consideración, por ejemplo, la resolución del problema. Esta dualidad, implica, evidentemente, que el progreso en la sociedad de unos y otros se desarrolle a distintas velocidades, y mientras unos están caracterizados por la velocidad, los otros lo están por la lentitud, el inmovilismo y el bloqueo.

3- La desmedida y superflua aspiración materialista

Las aspiraciones de todos los individuos no son las mismas.  Y las ambiciones tampoco. Lo que esta película nos muestra es una vulgarización de los deseos humanos. El protagonista no contempla la creación de su empresa como un único fin en sí mismo, sino como un medio, y en concreto, como un medio para el enriquecimiento material. Toda su energía vital parece estar destinada al servicio de la satisfacción de esa aspiración. En consecuencia, una de sus primeras decisiones tras obtener sus primeros ingresos es adquirir un coche de altas prestaciones, sin duda uno de los más atractivos objetos del sistema capitalista para simbolizar superioridad y gusto por la velocidad.

4- Relaciones públicas utilitaristas

Alguien movido por fines materialistas no puede sino concebir las relaciones humanas también como un medio para escalar peldaños hacia la cumbre del tipo de «éxito» que estoy describiendo. Alguien con estas características solo puede establecer algún tipo de relación personal si le reporta algún tipo de utilidad. Y, para ello, resulta absolutamente preciso ocultar que el amor, la amistad, o la búsqueda de compañía para alejarse de la soledad nunca es la razón que se encuentra detrás del inicio o del establecimiento de la relación personal.

5- El chantaje como método de progresión

Por último, y dos escalones por delante del engaño, el chantaje es el tipo de conducta utilitarista por excelencia. Se trata, por supuesto, de un tipo de conducta reservada, preferentemente, a aquellos individuos circunscritos a la moral  del «jefe». La película parece querer decirnos que el chantaje es un medio para acelerar la velocidad hacia el éxito, el disfrute de bienes materiales y la ocupación de clases sociales -«empresario»- admirables.

Y aquí finaliza el análisis de Nightcrawler como primer referente de la sección sobre películas de economía y emprendimiento de El Captor. Seguiremos.