Mucho hemos oído hablar en los últimos años sobre pobreza energética, pero pocas personas saben realmente en qué consiste y a quién afecta. La Organización Mundial de la Salud la define como la incapacidad de un hogar de satisfacer una cantidad mínima de servicios de la energía para sus necesidades básicas, como mantener la vivienda en unas condiciones de climatización adecuadas para la salud. Por este motivo, la llegada del invierno supone para muchas familias un problema añadido. Ya hay más de un 9% de hogares que sufren este desastre.

Y ¿por qué sucede esto? Pues bien, las multinacionales energéticas han subido sus precios casi un 30% en los últimos años, al mismo tiempo que las rentas familiares bajaban. Según el estudio “Pobreza Energética en España. Análisis de Tendencias” realizado en 2014 por la Asociación de Ciencias Ambientales, un 17% de los hogares residentes en España estaba destinando más del 10% (el doble de la media) de sus ingresos anuales al pago de la factura energética del hogar. Esto ha provocado que un gran número de hogares se hayan visto obligados a vivir en condiciones infames trayendo consigo consecuencias que afectan a la salud física y mental. Pero no hablamos solo de consecuencias producidas por el frío. En un hogar existen multitud de instrumentos que funcionan con electricidad, como el microondas o la vitrocerámica, por ejemplo, lo que hace que muchas personas padezcan déficit alimenticio por no poder comprar productos que deban cocinarse. Incluso ha llegado a agravarse el estado de salud de las personas que padecen enfermedades respiratorias.

Ante esta situación, son varias las asociaciones y entidades que se han puesto en marcha. La ACA (Asociación de Ciencias Ambientales) ha hecho un llamamiento a los partidos políticos europeos para que introduzcan en sus programas electorales acciones específicas para luchar contra la pobreza energética. Por otra parte, también existen iniciativas que abogan por reducir la dependencia energética de las economías de la UE, rehabilitar energéticamente  los edificios -la mejor medida a medio y largo plazo para eliminar y prevenir la pobreza energética- o luchar contra el cambio climático.

No obstante, en la lucha contra este tipo de pobreza aún queda mucho trabajo por hacer. Hasta ahora se han tomado decisiones puntuales de manos de agrupaciones y algunos gobiernos regionales, pero aún faltan medidas legislativas fuertes por parte del Estado que amparen a las personas que sufren esta situación.

Ángela Chicano, redactora