En plena pandemia mundial, Isaías Carlos Moraga González, español natural de la ciudad de Zaragoza, residente en Moscú desde hace más de una década, saltó en octubre de 2020 a la primera línea mediática de España por ser el primer extranjero en Rusia en probar la Sputnik-V, la vacuna rusa frente al Covid-19.
Si alguna vez asomaran, sobre los fragmentos ruinosos de nuestra civilización, evidencias descriptivas de un colapso definitivo y mundial, como en las famosas escenas de la estatua de la libertad semienterrada en la película El Planeta de los Simios, esta entrevista digital, etérea o virtual, reconstruida con técnicas forenses a partir de los datos de un servidor degradado ubicado en un sótano cualquiera de, por ejemplo, la ciudad Detroit, a buen seguro constituiría un rastro paradigmático.
Finalizando 2020, y en una loca carrera mundial por iniciar la vacunación masiva de la población, lo que sigue a continuación es una conversación a caballo entre su “experiencia clínica” y su visión del actual contexto sociopolítico y mediático, aprovechando su formación -posee dos licenciaturas, en Historia y Ciencias de la Información- y su actual trabajo en el canal internacional de noticias RT, como redactor, corrector de estilo y traductor.
Carlos, en primer lugar ¿Cómo te encuentras? ¿Notaste algún síntoma tras la vacunación o te avisaron de que podría haberlos?
Yo no he notado ningún síntoma, pero sí te avisan de que los puede haber. Además, en mi entorno ya hay unos cuantos vacunados y vacunadas y muchos de ellos sí han tenido síntomas, especialmente fiebre y dolores musculares durante los dos días siguientes a la aplicación de la vacuna.
Y ahora, ¿te sientes a salvo de contagiarte? Por ejemplo, ¿llevas mascarilla, o ya no la necesitas? ¿Te tendrás que poner otra dosis más adelante?
No, no me siento a salvo en absoluto, entre otras cosas porque en mi caso, al haber participado en las pruebas de la fase 3 y no haber tenido ningún síntoma, es posible que lo que tenga sea placebo, así que no es que me sienta demasiado seguro en ese aspecto. Llevo mascarilla siempre que debo, aunque aquí no es obligatorio en la calle, solo en lugares cerrados, incluyendo cualquier medio de transporte. En principio no tengo que ponerme otra dosis, ya me pusieron las dos, pero efectivamente, si lo que me pusieron fue placebo, tendré que volverme a vacunar, claro.
En términos generales ¿Cómo es el proceso de vacunación en Rusia? ¿Es gratuito? ¿Obligatorio? ¿A quién se le aplica y en qué orden? ¿Niños, bebés o embarazadas incluidas?
Bueno, no soy ningún experto en el tema, aunque más o menos lo voy siguiendo, pero puedo equivocarme en algunas cosas. El proceso es gratuito y voluntario, no hay ninguna obligatoriedad. Ahora ha empezado la vacunación de lo que se consideran grupos prioritarios, que son trabajadores de la educación, de la sanidad y de los servicios sociales. No se incluyen ni menores de 16, ni mayores de 60, ni embarazadas. Y ya desde la fase de pruebas tampoco se vacuna a gente con problemas alérgicos determinados y con algunas enfermedades crónicas.
Desde el punto de vista de la efectividad, ¿Qué se puede decir sobre la vacuna rusa? ¿Quién la ha creado y la está produciendo?
La creación de la vacuna y la producción de las primeras dosis corre a cargo de un laboratorio que se llama Instituto Gamaleya. Es una institución con una amplia experiencia en la elaboración de vacunas que les ha ayudado a no empezar de cero en esta y poder así reducir los plazos lo máximo posible. Creo que no hay capacidad para llevar a cabo una producción masiva y que esta la han estado negociando con laboratorios de otros países (creo que concretamente de India y Corea del Sur, aunque no sé con seguridad de cuáles se trata).
En muchos países europeos se ha visto con recelo la vacuna de Rusia y se duda de su eficacia, ¿Por qué crees que esto es así?
En mi opinión aquí hay un claro punto de xenofobia casi histórica y de campaña mediática, que supongo que no es orquestada, porque no creo en las conspiraciones, sino más bien espontánea. Me parece digno de estudio el tratamiento mediático que se ha dado a todo esto desde casi el principio. Razones para dudar de su eficacia las hay tanto en la rusa como en todas las demás, porque no han sido probadas lo suficiente. Ahora bien, toda esa ola de recelo y de insinuaciones sobre su seguridad o sobre su transparencia, están totalmente injustificadas. Hay información más que suficiente, ya que desde principios del otoño la OMS cuenta con todo lujo de detalles. Pese a eso, seguimos oyendo y leyendo noticias sobre “falta de información”, sobre la ausencia de la fase 3 de pruebas y sobre una supuesta “desconfianza de los rusos” hacia la vacuna. El otro día miraba una página de RTVE sobre las vacunas en las que hablaban del desarrollo de no menos de 40 o 50 vacunas. Se trataba de descripciones asépticas sobre el estado de evolución de cada una de ellas. De Kazajistán, de China, de Cuba, de Japón, de todos lados. Pues bien: sobre la única que había juicios de valor (desconfianza, inquietud, falta de ortodoxia, todo ello sin explicar), con una descripción claramente negativa, era sobre la rusa. Sobre ninguna otra. El otro día la corresponsal en Rusia de RTVE hizo una pieza gloriosa en la que todas y cada una de las frases que decía, repito: todas y cada una de las frases, eran o bien matizables o directamente falsedades, como la de los famosos 56 días sin beber alcohol -un supuesto requisito en la vacuna rusa-, que también es muy matizable, porque pudo ser un error de la vice primera ministra (o de su traducción, de eso no estoy muy seguro). Me parece muy significativo de cómo funcionan los medios con respecto a Rusia: la vice primera ministra suelta esa bomba y los medios de todo el mundo se apresuran a repetirla una y otra y otra vez. Esto nunca se había dicho, ni durante la fase de pruebas ni en ningún momento, pero los medios se lanzan a reproducir la frasecita sin ningún tipo de verificación de tipo científico; para esto sí que hacen caso ciegamente al político ruso de turno, que en este caso es una política. Y curiosamente en esto le dan credibilidad. A pesar de los desmentidos por parte del creador de la vacuna: un científico, no un político. Incluso hay matizaciones por parte de la persona que dijo esa misma frase. Pero es que hasta hay un error de traducción de algunas declaraciones en las que se dijo “moderarse con el consumo de alcohol” y no privarse de él. Pues bien, 4 días después, con todo eso de por medio, la noticia sigue siendo, una y otra vez, de forma insistente, que no se puede beber alcohol durante 56 días, según la vice primera ministra. Una y otra vez. Todos los desmentidos, matizaciones y datos científicos al respecto no son precisamente informaciones secretas: hay acceso público a ellos si lo que quieres es informar. Pues no. Seguimos dándole a la matraca, no sea que quede alguien en el planeta que todavía no se haya enterado de que no se puede beber durante dos meses con la vacuna rusa. No sé si puede haber un ejemplo más claro de eso a lo que se llama “desinformar”.
Muy curioso, desde luego. Por otro lado, ¿Cuáles están siendo en tu opinión las principales diferencias respecto a la forma de abordar la pandemia entre Rusia y España?
Creo que Rusia empezó a emprender medidas con mucha más contundencia y rapidez que casi ningún otro país: cortó las comunicaciones con China antes que nadie (algo que fue criticado por algunos como desmesurado y propio de un Estado autocrático), estableció cuarentenas estrictas a los viajeros de países afectados y empezaron a preparar instalaciones hospitalarias especiales para la llegada de la enfermedad. Sin embargo me da la impresión de que después se relajó también más que otros países. Yo recuerdo que en marzo todo me parecía muy desmesurado y creía que se estaban pasando y después ha resultado que puede que se quedaran cortos. En España, por lo que sé, fue un poco al revés: empezaron tarde y fueron mucho más estrictos. Aquí, después de las primeras semanas de confinamiento, abrieron en seguida los bares y restaurantes y el control de aforos, por ejemplo, fue muy laxo, igual que el del uso de mascarillas y guantes en establecimientos y en medios de transporte. Ahora todo eso se ha endurecido, incluyendo el límite horario de los establecimientos hosteleros. Pero ha sucedido cuando los contagios y las muertes han aumentado mucho. De España sé poco de lo que pasa ahora, pero creo que en general las restricciones han sido más rígidas todo el tiempo, salvo un periodo en verano en el que se relajaron, por lo visto demasiado (algo que, por cierto, parece que está por volver a suceder en las Navidades, veremos con qué consecuencias).
Desde tu experiencia como residente moscovita, ¿en qué aspectos consideras que el sistema ruso -desde el punto de vista político, económico o social- es mejor que el español?
Ambos tienen sus ventajas e inconvenientes, eso está claro. Una de las cosas que más me llaman la atención son los precios de algunos servicios básicos. Aquí lo que se paga por agua, electricidad o Internet, no tiene nada que ver con lo que se paga en España. Al cambio actual yo no pago más de 6 o 7 euros al mes por los servicios de telefonía móvil, algo que sería imposible que en España me costara menos de 30 o 35 euros (y el precio aquí, en Rusia, incluye tarifa plana de llamadas o mensajes, de manera que no es susceptible de subir a menos que te dediques a hacer llamadas internacionales). Me resulta sorprendente. Lo mismo puede decirse de la calefacción y la electricidad que, en general, me parece que tienen precios mucho más asequibles que en España, donde estos servicios imprescindibles alcanzan precios que a mí me parecen absolutamente disparatados y bastante por encima del nivel de vida de parte de la población.
Por otra parte, últimamente he notado que, al menos en Moscú, las iniciativas ciudadanas se pueden sacar adelante bastante bien a través de los representantes de cada distrito. Es decir, que los ciudadanos tienen a quién dirigirse para llevar a cabo sus demandas y que estas suelen tener éxito cuando tienen el suficiente apoyo popular, porque el representante del distrito está obligado a atenderlas. Así, por ejemplo, en diferentes distritos se consigue impedir la construcción de un gran centro comercial en una zona de edificios históricos o la destrucción de un parque con árboles de 70 años de edad. Además, la burbuja inmobiliaria creo que está algo menos hinchada que en España. Moscú es la capital y las hipotecas están muy caras, pero aún con todo no veo los mismos problemas de acceso a la vivienda que en España, ya que los nuevos complejos de viviendas son bastante más asequibles. Esa es al menos mi percepción. Y apenas hay desempleo, aunque creo que los sueldos de muchos empleos no son precisamente de locura.
¿Y viceversa, algún punto débil?
El hecho de que la moneda sea, por ejemplo, menos estable que el euro, hace que los precios fluctúen bastante y que sean muy dependientes de los altibajos de la moneda, en especial en lo referente a los productos importados, que son muchos. Teniendo en cuenta que el rublo a lo que tiende más bien es a bajar en los últimos años, pues esto hace que haya bastante más inflación que en otros países. Los servicios sociales, algo sorprendente en un país con una herencia comunista, creo que no están a la altura. Hay sanidad pública, pero no tiene muy buena fama, aunque creo que la de Moscú ha mejorado bastante en los últimos años. Las prestaciones por desempleo y las jubilaciones son muy bajas. Y por algunas quejas me consta que los salarios de algunos empleados públicos, como profesores, médicos o policías, no son demasiado elevados, lo que alienta los rumores de existencia de sobornos. Es un problema que se está intentando resolver, pero yo creo que sigue existiendo. Además, el derecho a la huelga no está regulado, lo que se traduce, básicamente, en que, en la práctica, podríamos decir que no existe o al menos yo no he oído que se ponga en práctica nunca. Creo que, en ese sentido, el trabajador está un poco desprotegido. Además tienen un sistema tributario bastante básico, con un tipo impositivo fijo, sin ninguna progresividad, lo cual me parece un error y creo que lastra muchos servicios públicos, pero bueno… supongo que esto, para otras personas, será todo un acierto, claro.
Pues sí. Por cierto, desde algunos sectores se opina que RT, el medio en el que trabajas, difunde fake news y propaganda anti-occidente. ¿Qué opinas al respecto?
Esta respuesta da para un libro, lo digo sin exagerar. Empezando por el principio, por los inicios, en determinado momento RT solo existía para algunos estudiosos del espacio postsoviético. Y es cuando empieza a tomar cierta relevancia, a partir del momento en el que empieza a tener seguimiento, cuando, casualmente, comienza una campaña de desprestigio normalmente basada o bien en inventos, o bien en mentiras o medias verdades o bien consistente en engrandecer hasta límites de generalidad los errores del canal, que también los hay. Hay que recordar que esos mismos medios que acusan son los que compiten con RT por una audiencia en Internet que ahora mismo ya es global. Es decir, no critican a medios con los que no tienen ninguna interacción: critican a medios que directamente les quitan audiencia y amenazan su hegemonía informativa. Esto creo que hay que tenerlo muy en cuenta para entender todo este tema.
Yo, sinceramente, ignoro lo que es “propaganda antioccidental”. No me imagino qué puede ser. ¿Hablar de los problemas que sí hay y sí existen en Occidente es “propaganda antioccidental”? Yo habría jurado que eso es periodismo, pero parece ser que solo lo es si lo hacen determinados medios (con líneas editoriales e ideológicas perfectamente marcadas, por cierto). Yo cada día leo titulares de medios “prestigiosos” que jamás, nunca, podría publicar RT sin que le cayeran unas críticas bestiales. Podría poner ejemplos diarios y si nos ceñimos solo a informaciones sobre Rusia, podría hablar de noticias abiertamente falsas o muy sesgadas que todos y cada uno de los medios mainstream de España, Latinoamérica o EE. UU. han repetido hasta la saciedad sin ninguna intención de descubrir en ningún momento la verdad y mucho menos de transmitirla. Es algo sangrante. Hay una falta de profesionalidad y de rigor periodístico que da verdaderamente miedo, y esos medios son los que después acusan a su vez a RT de falta de rigor con recursos como repetir una y mil veces un posible error (entre los cientos de noticias que se publican al día) o confundir a su audiencia mezclando opinión e información de dos formas: poniendo como ejemplo de informaciones de RT cosas que en realidad son opiniones (y que se presentan como tal) e introduciendo opinión en sus propias supuestas informaciones. Y por cierto, dentro de todo esto hay otro factor interesante, que es todo ese dinero del erario público, dinero del contribuyente, que la UE se está gastando en ese proyecto contra la desinformación, pero ojo, contra la desinformación, ¡¡de medios rusos!! Si viene de los tabloides ingleses (que no se caracterizan precisamente por su rigor y falta de sensacionalismo), entonces todo bien. Esta gente básicamente se dedica a inventarse la “desinformación” y a hablar, cuando no tiene de qué hablar, de lo que publicamos sin ni tan siquiera decir dónde exactamente está la “desinformación”, con un espíritu puramente descriptivo. Y eso, repito, lo paga el contribuyente. Muy útil en estos momentos de grave crisis sanitaria, económica y social. Se están haciendo cosas verdaderamente escandalosas con este tema y hay gente que está ganando dinero directamente del aire, de inventarse conspiraciones que, evidentemente, no existen. Al menos y claramente (y lo sé a ciencia cierta) cuando se refieren al medio en el que yo trabajo. Y cuando se refieren a otros… no creo que sean mucho más sensacionalistas que decenas de medios españoles, ingleses o alemanes a los que no se somete a ningún tipo de vigilancia o supervisión.
Para ir finalizando, ¿Cómo ves España desde la distancia? ¿Qué impresión te merece, al margen de la pandemia, el actual momento vivido en España?
Yo creo que el actual momento en España no puede tratarse “al margen de la pandemia”, porque la pandemia es lo que lo está condicionando absolutamente todo. He de reconocer que informativamente yo me distancié muchísimo de la realidad española cuando todo esto empezó. El exceso de ruido y de noticias nefastas un día detrás de otro me llevó directamente a dejar de seguir los medios españoles para intentar evitar la saturación y un cierto punto de ansiedad que no me resultaban demasiado llevaderos en una situación personal ya suficientemente intensa por todo lo que ha ido cambiando en torno a esta pandemia. Por lo demás, en términos generales, lo que me sorprende mucho de la política en España es la extraordinaria incapacidad de los políticos por poner el bien común por delante del bien partidista aunque sea por 10 minutos. No nos vendrían mal perfiles políticos que renuncien al éxito electoral a corto o medio plazo a cambio de conseguir un mejor nivel de vida para la mayoría de los ciudadanos y una rebaja de la tensión en algunos ámbitos que parecen llevar al país al precipicio. No veo ese espíritu en ningún partido y en algunos en concreto veo justo el espíritu contrario. El famoso “cuanto peor, mejor” que tuvimos un presidente que no supo ni formular, pese a ser elegido por los periodistas como mejor orador algún año (algo que yo creo que es representativo del nivel político en España y también un poco del nivel periodístico). Me da mucha pena la incapacidad constante y permanente para tender puentes en favor de la mayoría de la población. Y no veo que esto vaya a cambiar a corto plazo con la gente que está al frente de la mayoría de las formaciones políticas, así que seguiremos sumidos en la confrontación infructuosa quién sabe hasta cuándo. Además, se ha instalado en la política española un lenguaje guerracivilista totalmente extemporáneo que no se sabe a dónde nos va llevar, pero que está claro que es muy poco productivo, muy poco práctico, no soluciona nada y sitúa el debate en un nivel ideológico que debería estar totalmente superado no solo ahora, sino ya hace décadas. Y esto se transmite al conjunto de la sociedad, que se pasa el día discutiendo, de forma cada vez más radicalizada, sobre problemas que o bien no existen o no le deberían de importar a nadie y que desplazan sistemáticamente el debate de los temas que realmente nos afectan a todos.
Vale, sí, muy de acuerdo en que hay un punto de xenofobia, animadversión hacia lo ruso, etc pero si no es conspiración tampoco es espontáneo. Son actitudes reflejo provocadas por estímulos previos y sutiles. Hoy está tan de moda ser pro como anti conspiraciones. ¿Por qué? Porque han conseguido ridiculizar a quienes objetan el discurso oficial. Saludos compañero
Tema usar fondos públicos contra la desinformación: la cúspide del cinismo.
me parece una entrevista interesante. una vez mas la ideologia dominante en occidente es la del poder, determinando apsolutamente las necesidades de la malloria del pueblo. Lo ruso suena a sobietico por lo tanto es malo y jamas puede estar sobre las «grandes democracias». Es de logica que la bacuna rusa sea segura puesto que no jugarian en una cosa tan seria.
Esta muy bien observar que hay otra forma de ver la realidad. Eso enriquece y nos sirve para ser más críticos y escépticos. Debemos contrastar todas las noticias y versiones de la realidad.
Dicho esto, no me ha gustado nada que este señor periodista no realice ninguna crítica de un régimen que asesina a políticos por llevar la contraria a un autócrata y también a compañeros periodistas rusos por dar noticias que molestan al régimen.
Hay también reprensión hacia los homosexuales, o contra minorías que no pueden realizar reivindicaciones en una Rusia dogmática.
Eso es enfrentarse con el poder y los pseudo periodistas cobardes prefieren echar las culpas a los medios de otros países.
Esto último me parece vergonzoso y muy cínico.