Artículo escrito por Helena Niño

Por un puñado de dólares hay quién vende su alma y desde este pasado 6 de junio sabemos que por un puñado de dólares hay quién vende la tuya.

Esta es la cruda lección que nos dejó el ahora ya archifamoso ex-espía (ex-CIA y ex-NSA) Edward Snowden cuando hizo saltar la burbuja de confort digital al tirar de la manta con la transcripción de sus filtraciones en los dos periódicos de mayor credibilidad del mundo: The Guardian y The Washington Post. Ninguno español, ¡qué raro!

Ahora sabemos que además de pinchar móviles de líderes mundiales (hasta 35, entre los que se incluyen el ya tan sonado móvil de la Canciller Angela Merkel y el de nuestro mismísimo Mariano Rajoy) y embajadas (hasta 32 instituciones) los americanos también se dedicaban a “hacer oreja” a miles de conversaciones telefónicas de ciudadanos españoles, de quienes han recolectado hasta 60,5 millones de metadatos en un escaso mes (mediados de diciembre 2012 y enero 2013).

Las preguntas naturales que surgen son: ¿a cuánto está el metadato hoy en día?, ¿cómo es que nos espían? (si nunca hemos visto señores sospechosos con gabardinas que nos acechan tras un periódico con agujeros a la altura de los ojos) y sobre todo ¿para qué quieren saber qué le digo yo a mi abuela cuando la felicito por Navidad o qué me han traído los Reyes?

Pues vayamos por partes.

Un metadato es un índice que sirve para señalar dónde se encuentra otro dato en la red. Nuestra querida amiga la wikipedia nos da una analogía muy buena, en la que lo describe como una ficha de biblioteca que nos permite encontrar un libro usando diferentes criterios: autor, año, temática, etc…

Lo que quiere decir que gracias a las filtraciones de Snowden sabemos que los americanos llevan años recolectando “fichas” de sus propios ciudadanos (qué paginas visitan, con quiénes hablan en Facebook, a qué móviles llaman y con qué frecuencia) y de los ciudadanos de los demás. También hemos podido saber que estas “tarjetitas” que resumen nuestros pasos digitales son guardadas desde 24 horas hasta 5 años. ¿Para qué tanto tiempo? Pues como desvela el propio Snowden: porque con toda esa información con la que nos empeñamos en llenar la red, a cualquiera le crean un perfil de  “falso-culpable” en menos que sube una foto de resaca. Y ése, es un mecanismo de presión como pocos.

Y contestando a de dónde pueden sacar información de unos pobres anónimos como nosotros, todas las papeletas de chivatos tienen los nombres escritos de: Google, Twitter, Yahoo, Microsoft (Hotmail), Apple, Gmail, YouTube y Skype. ¡Qué levante la mano el que no utilice una, dos o todas las aplicaciones de las multinacionales de esta lista! Los demás, podéis bajar las cejas. Resulta que los titanes que pensábamos que eran la guardia y custodia de nuestro otro “yo” digital son culpables de entregar chats, correos electrónicos, fotos, vídeos, números de móvil y lo que haga falta al gran ojo que todo lo ve, la NSA (Agencia de Seguridad Nacional).

Vamos, que la red es para ellos un buffet de comida libre donde la fórmula con la que gobiernan es 100% capacidad y 0% responsabilidad (su internet, sus leyes) y esto se debe a que todos los servidores donde se aloja esta información son americanos, por lo que están sujetos a las políticas de supervisión de datos de estas agencias (CIA y NSA).

De hecho, estos pinchacitos a nuestros servicios europeos de comunicaciones (telefónicos y de fibra óptica), que en España por nuestra tradición “panderetera” están pasando desapercibidos, en Alemania han sembrado el caos más absoluto, hasta el punto de que ya están moviendo los hilos que se deshilachan de esa “manta” para que Snowden declare en el Parlamento Federal alemán (Bundestag) y les cuente, con toda clase de pelos y señales, cómo de profundas son las raíces de este despropósito cibernético.

Pero ¿a qué viene tanto alarmismo germano? ¿Qué quieren proteger con tanto celo? Pues la base de su economía. Nada más y nada menos.

Porque detrás de la excusa de la lucha contra el terrorismo se esconde una vulgar trama de robo de patentes y espionaje industrial. De hecho, así lo ha dicho el presidente de la Federación de la Industria alemana, Ulrich Grillo, después de saber que la NSA había interceptado 20 millones de llamadas diarias y todas a centros industriales y de innovación. ¿Casualidad? No lo creo.

Quizás  esto suene a estrafalaria teoría de la conspiración pero algo de cierto habrá cuando los alemanes (cerebrales y sensatos como ellos solos) están pensando crear una internet exclusivamente patria que evite estos ataques a su privacidad comercial.

Y es que, nuestro país vecino es uno de los que más invierten en I+D de todos los estados miembros de la Unión Europea (3.000 millones de euros sólo de financiación estatal) y robarles ideas equivale a robarles futuro.

Que sepáis que tampoco los del Europarlamento han perdido el tiempo. Ya se ha pedido la anulación del acuerdo de transferencia de datos bancarios con EE UU que les permitiría acceder a información sobre nuestras transferencias financieras con la sempiterna excusa de la lucha contra el terrorismo (¡EEUU cambia el disco!) y la anulación de otras vinculaciones gracias a las cuales unas 3.000 empresas americanas iban a tener acceso a datos de ciudadanos europeos.

En España como de I+D (igual que de otras muchas cosas) andamos más bien cortos (ocupamos el nada honorable puesto número 18 de Europa), pues nos da un poco igual y nos llega con amagar nuestra indignación. Y por eso, después de tres llamadas del ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, pidiendo explicaciones por el ciberespionaje masivo al que hemos sido sometidos sin respuesta nos hemos ido a celebrar Halloween por todo lo alto, que como decía la Pantoja: “Dientes, dientes, que es lo que les jode”.

Pues Mariano, creo que nos iría mejor haciendo caso del dicho popular: “Cuando las barbas de tus vecinos veas cortar…”