La población activa forma parte de una de las variables del mercado laboral más desconocidas. Erróneamente, la opinión popular tiende a identificar población activa con población ocupada, siendo esta una definición parcial e inapropiada, puesto que la población activa no solo se compone por la población ocupada sino también por aquella población desocupada que se encuentra en disposición de trabajar o incorporarse con carácter inmediato al sector empresarial. Por lo tanto, la población activa es la suma de la ocupada más la desocupada.
Pero esto podría hacerle a alguien formular: «entonces, ¿qué es la población inactiva?«. La respuesta es inmediata teniendo en cuenta todo lo anterior; es aquella población desocupada pero en la que no se presenta la disposición a trabajar, ya sea por enfermedad, edad o la propia voluntad de no querer trabajar.
Volviendo a la población activa, conviene precisar que tiene que estar integrada por grupos de personas en edad legal de trabajar y que, en consecuencia, todas aquellas personas que se sitúan por debajo de dicha edad legal no forman parte, estadísticamente hablando, de la población económicamente activa.
Hay que tener en cuenta además que esta variable laboral es, junto con la población ocupada, la que se toma en consideración para calcular la tasa de paro y así, una población activa de 100 personas, por ejemplo, en la que 80 se encuentran ocupadas, nos conduce a 20 personas que quieren pero no pueden trabajar, lo cual implica una tasa de paro del 20% (20/100).
En consecuencia, no hay que olvidar que la «población desocupada real» incorpora no solo aquella población conceptualizada metodológicamente como “desocupada” sino también la inactiva. De ahí la importancia de conocer otro de los conceptos de economía más frecuentemente vinculados al mercado laboral, esto es, la tasa de actividad. Esta tasa nos da la medida porcentual que representa la población activa sobre toda la población en edad legal de trabajar. En el contexto económico, social y demográfico presente, las tasas de actividad de las economías desarrolladas se sitúan en el entorno del 55%.