Los precios dinámicos son uno de los conceptos económicos que no queremos dejar de explicar en nuestra sección más didáctica y visitada de El Captor. Un precio dinámico, como su propia terminología indica, es una estrategia empresarial destinada a la obtención del mayor margen de beneficio empresarial posible. Y cuando alguien gana mucho, alguien pierde mucho, no puede ser de otra manera.
La estrategia de precios dinámicos consiste en personalizar al máximo la fijación del precio de un determinado producto o servicio, llegando al extremo de que, por ejemplo, un mismo bien o servicio pueda llegar a adoptar tantos precios distintos como tantos clientes y demandantes distintos existan, teniendo en cuenta las características y diferencias que cada uno de estos presente, por ejemplo, su renta, su interés por el producto, la intensidad de su deseo, etc… Si para algo nació la red, y, por consiguiente, el big data y el análisis y explotación de la información que circula en ella, ya sabemos para qué fue.
En un entorno económico como el que existía antes de la irrupción de las nuevas tecnologías, la venta de un producto, como por ejemplo un libro, se realizaba a un precio fijo y común a todos los clientes potenciales. No se trataba de un contexto que promoviera o facilitara estrategias de diferenciación en precios. Pero en la actualidad, con el auge de internet y el comercio electrónico, las principales empresas distribuidoras de bienes y servicios asignan los precios a los diferentes productos aplicando una estrategia dinámica de diferenciación a cada cliente y en cada instante, en primer lugar porque la transparencia del market place tradicional ha desaparecido, y en segundo lugar porque el nuevo contexto digital ha posibilitado el incremento exponencial de la información que las empresas poseen acerca de todos y cada uno de sus clientes.
Así, el mercado eléctrico constituye, por ejemplo, otro paradigma de este nuevo entorno comercial de aplicación de precios dinámicos. Si las empresas telefónicas ya comenzaron a facturar hace unos años con distintas tarifas las llamadas realizadas en distintas franjas horarias, ahora el uso de la electricidad se factura a multitud de precios distintos, en función de criterios como el mayor o menor consumo y demanda que en cada instante se produce. La aplicación de precios dinámicos optimiza, qué duda cabe, la asignación de los bienes y servicios en el mercado. Pero la verdadera cuestión que hay que resolver es la licitud de cómo lo hace y, sobre todo, para qué lo hace.
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Para forrarse.