El comercio electrónico se ha convertido en los últimos años en una magnífica herramienta para generar riqueza, puestos de trabajo y una economía mundial más directa y global.  Como a todo lo nuevo, no podía faltarle detractores, pero también, importantes defensores: gobiernos europeos están viendo en el E-commerce una gran oportunidad para mejorar la competitividad de sus países y poder superar, así, la recurrente crisis económica.

El de Reino Unido es un buen ejemplo. El país británico ha sido de los más avispados y, según el estudio European B2C E-commerce Reports 2014, es ya la tercera potencia mundial en el ranking de los países más potentes en volumen de comercio electrónico con 107.200 millones de euros facturados al año. Sólo le adelantan China, con 247.300 millones, y Estados Unidos, con otros 315.400. A partir del cuarto, quinto y sexto puesto de esta clasificación se ubican Japón (81.300) y otros dos países europeos: Alemania (63.400) y Francia (51.100).

España, aunque no se encuentra dentro del top-ten mundial del comercio electrónico, ocupa una más que notable quinta posición en el entorno europeo, superando a economías como la de Italia o Países Bajos. Gracias a herramientas e iniciativas como la de esta página web, la economía española alcanza una facturación por E-commerce superior a los 14.000 millones de euros anuales, sin contar con el vertiginoso aumento del M-commerce (a través de móviles), cuyos 3.000 millones de euros de facturación en 2013 supusieron un 22,7% más con respecto a 2012.

Sorprende, que la Europa del Norte, con países como Noruega, Suecia o Dinamarca vayan por detrás y estén en la cola con cifras que no superan un volumen de ventas de 9.000 millones anuales cada uno, a pesar de que tienen un 88% de penetración de Internet en su población (versus 65% en la Europa del Sur) y de que albergan exitosos casos de tiendas online.

Aún así, la vigorosidad del sector en el conjunto europeo demuestra estar consiguiendo resultados muy positivos y como ejemplo bien valen los dos millones de empleos vinculados al comercio electrónico o las más de 645.000 tiendas electrónicas que se estima integran la economía digital europea. Se trata, ciertamente, de cifras muy sugerentes que los emprendedores españoles tal vez no deberían obviar.