«Soy un republicano que vive comodísimo en una monarquía» ha admitido recientemente en una entrevista radiofónica Alfredo Pérez Rubalcaba, actual líder del Partido Socialista español, dejando boquiabierto una vez más a todo aquél que ose razonar en torno a la ideología política y social de los actuales representantes de la ciudadanía nacional.
Partamos de la premisa de que en la sociedad democrática actual todo ciudadano posee una absoluta y total libertad para significarse ideológicamente como “republicano”, “monárquico”, “progresista” o “liberal”, más aún en aquellas casos en los que uno se dedica a ejercer la actividad política a nivel profesional.
Por eso, que el máximo representante del principal partido de la oposición en España se defina, al mismo tiempo, como un “republicano que vive comodísimo en un sistema monárquico”, significa incurrir en un error lógico e ideológico de tal calibre, que la sociedad en su conjunto debería pararse inmediatamente a reflexionar para realizarse la siguiente cuestión:
“¿Bajo qué amenazas o coacciones se encuentra el señor Pérez Rubalcaba para caer en una controversia ideológica tan profunda y severa?”
Pero eso solo ocurriría si esta sociedad no desambulase a lomos de una crisis mucho más cultural que económica o social.