Los últimos datos sobre el paro registrado en España han conseguido algo realmente excepcional en términos históricos, esto es, anotar en un mes de noviembre, y por primera vez desde hace 24 años, un descenso del número de desempleados.
Aunque la lectura inicial de esta información es positiva, la conclusión final no da para mucho más, ya que una reducción de 2.475 personas sobre un número cercano a los 5 millones de parados como mucho indica la gran magnitud del hoyo que se había cavado con anterioridad.
Sabiendo, además, que de acuerdo a los últimos datos aportados sobre el mercado laboral español, el «progreso del deterioro» económico y social se mantiene gracias al descenso de la contratación indefinida, el aumento del paro juvenil y la perpetua disminución de las cifras de afiliación a la Seguridad Social, resulta evidente que el cambio de tendencia todavía debe de estar por llegar.
En todo caso, un reciente informe de PricewaterhouseCoopers titulado “La economía española en 2033”, indica que la tasa de desempleo española sólo conseguirá bajar del nivel del 10%, no precisamente el año que viene o incluso en el 2016, sino en el entorno del año 2030.
Desde todos los ángulos posibles, estudios a tan largo plazo solo pueden aportar proyecciones fundamentadas en premisas de un carácter absolutamente subjetivo y parcial.
Porque, ¿quién sabía que en un periodo de tan solo cinco o seis años la economía española y mundial iban a dar un giro tan radical?