Resulta que la entidad bancaria la Caixa no está permitiendo renovar a muchos de sus clientes las tarjetas de débito. Y que a cambio les está obligando a usar una tarjeta que se llama Visa & Pay, básicamente una tarjeta de crédito.

¿Cómo funciona la tarjeta Visa and Pay?

Según la entidad es un híbrido entre la tarjeta de crédito y la tarjeta de débito. La entidad dice que todo son ventajas, y que el cliente puede así aprovechar los beneficios de ambas modalidades de tarjetas.

No es cierto.

En este artículo vamos a hablar con claridad y objetividad de la actuación de la Caixa, así como de las desventajas que conlleva el uso de esta tarjeta.

Unilateralidad

La Caixa está impidiendo, por no decir boicoteando, el uso de las tarjetas de débito, precisamente uno de los productos más sencillos e intuitivos que existen. Esta entidad actúa de este modo con unilateralidad e infringe el clásico precepto del marketing según el cual los productos y servicios han de satisfacer las necesidades de los clientes y no las de las empresas.

Opacidad

La tarjeta no permite observar los cargos y las compras realizadas en la cuenta corriente hasta al menos dos días después de haberlas efectuado, lo que impide conocer el saldo diario con exactitud e inmediatez.  No simplifica ni facilita, por lo tanto, ni la comprensión ni el seguimiento de las finanzas personales de muchas personas y familias, abocándolas a la complejidad del uso de las tarjetas de crédito.

Ocultación

La Caixa no determina en la descripción de la tarjeta publicitada en su página web los costes y las comisiones que puede ocasionar sobrepasar el límite de crédito establecido al contratarla, ni tampoco los intereses por fraccionar las compras al escoger esta opción -con coste para el cliente-, ocultando así la parte esencial y fundamental de las condiciones del producto.

Financiarización

La imposibilidad del cliente para escoger una tarjeta de débito añade una complejidad adicional e innecesaria al usuario de servicios bancarios, y allana, así, una estructura incentivadora del consumo a crédito, lo que termina beneficiando al lobby bancario y empobreciendo al usuario.

Madre mía, ¿lo impedirán los organismos públicos e institucionales, supuestamente constituidos para la defensa y protección de los derechos del consumidor?