La gente necesita modelos para entender el mundo. Reducir la realidad que les rodea a paradigmas sencillos de interpretar. En el ámbito político/económico, el neoliberalismo y el socialismo son dos de esos paradigmas. El primero propugna el laissez faire, pretendiendo relegar el estado a un mero papel secundario. El segundo defiende el intervencionismo público con el fin de limitar el individualismo. La realidad es mucho más compleja. Pero el conocimiento se asienta sobre veraces y erróneos cimientos. Veamos un caso práctico; la crisis del Coronavirus en la comunidad de Madrid, una circunscripción pública gobernada por un ejecutivo de ideología neoliberal.
¿Qué propugna el neoliberalismo? El laissez faire, esto es, el «deja hacer», el «no limites», el «no impongas». En la crisis del Coronavirus en Madrid, la máxima mandataria política de la Comunidad viene moviéndose en esas coordenadas ideológicas al pie de la letra. La mayoría de los mensajes de gestión que viene publicando en sus redes sociales celebra lo que ella denomina «colaboración-público-privada», o, lo que es lo mismo, donaciones de empresas, multimillonarios y particulares. Su planteamiento político ante una crisis de esta envergadura sigue cerrado al vector laissez faire, a un inefable «que cada uno haga lo que quiera», «si no se quiere donar, bien, pero si se hace, ¡muy bien, sí se puede!».
La adopción de un enfoque de este tipo es inconcebible por parte de un máximo representante político. Un líder político no lo puede dejar todo a la voluntad individual. Si la crisis del Coronavirus ha venido para dejarnos a todos un mensaje es que la supervivencia del colectivo y la sociedad no pueden depender de acciones individuales. Los representantes y beneficiarios del neoliberalismo lo saben y, por esta razón, todas y cada una de las donaciones que realizan son publicitadas y difundidas bajo un formato de propaganda grotesca. Bajo un formato de, en efecto, «colaboración público privada» que parece más dirigido a la justificacion de su posición ideológica, que a afrontar la magnitud del desastre en el que nos encontramos.
Ante esto, no puede extrañarle a nadie la indignación de quienes, conocedores de las repercusiones que el laissez faire imprime en el nivel de bienestar medio, ven al mismo tiempo que en el epicentro de esta pandemia se siguen relegando las líneas de actuación política a voluntades individuales. Los políticos de quienes depende el futuro de toda la sociedad no pueden fiar su destino a acciones conceptualmente próximas a actos de caridad, acciones que tan sólo palían las carencias de un sistema previamente atrofiado por gestiones políticas de ideología marcadamente individualista. Esta crisis ha puesto de manifiesto que los políticos neoliberales, esto es, aquellos que no creen en un sistema público que anteponga y garantice los derechos de todos, no pueden ni deben estar al frente de instituciones cuya defensa tiene que ser, siempre, la colectividad y no la propiedad privada, el vigor empresarial o las fortunas multimillonarias. Todas estas razones, suficientes y evidentes, hacen de esta maldita propaganda de colaboración público privada en tiempos de crisis algo simple y absolutamente cínico y repugnante.
En realidad con los miles de millones de personas poblando el mundo el individualismo esta fuera de lugar porque el egoista siempre afecta a muchos a su alrededor sin importarle hasta que ve afectados sus sucios intereses, incluso es capaz de utilizar la violencia para defenderlos pero no considera que los otros tambien tienen derecho a utilizar la violencia para defenderse sus intereses. Y curiosamente esos otros son los mas.
El fracaso de la humanidad se origina en perder la sociedad primitiva de origen, quizas sea estupidamente influidos por las ideas de la creaccion divina que destruyeron lo mejor de los hombres.